sábado, abril 23, 2011

Vivo enamorado de la Belleza.

Vivo enamorado de la belleza
Hay un silencio entero mientras escribo esto.
“Para Elisa” suena en el fondo de mi mente.

Vivo enamorado de la belleza,
De la belleza de cada persona que veo por la calle.
De los poemas que parecen ya no interesarle a nadie.

Me paso la vida observando con asombro.
Apago todas las luces cuando he de escuchar algo de música,
Tal vez la Primavera de Vivaldi, o algún loco entonando sus delirios.
Es que a veces siento que fueran los míos.

Me gusta encender velas pequeñas cerca de fotografías y estatuillas religiosas,
sentarme a ver como se consumen, mientras leo alguna biografía.

Me gustan las mujeres con vestidos largos y coloridos, las que guardan las palabras en sus ojos.
Me gustan los hombres humanos, los de suspiros ambiguos, aquellos que por momentos suelen olvidarse de los cuerpos para así sumergirse en otros mundos.

Vivo enamorado de la belleza, siento que debo explotar algunas veces.
Tal vez no lo aguanto, quisiera poder conseguirla toda,
poder ver todas las obras de teatro,
viajar por el mundo probando de todo.
Siento que debo explotar ahora, volverme uno con el viento.
El libre viento, libre de apreciarlo todo, libre de callar, y que nadie olvide su presencia.
Me siento cayendo en espirales infinitas,
oliendo los mejores inciensos,
bebiendo el agua más pura de las alturas.

Vivo enamorado de la belleza y del mundo.
“Para Elisa” suena en el fondo.

Bocanegra

jueves, abril 07, 2011

Debo haberme vuelto loco.

Debo haberme vuelto loco, me paso todo el día con los ojos poco abiertos.
Camino por mi cuarto, todos mis pensamientos parecen extractos de poemas,
rima tras rima, verso tras verso, paso tras paso. La luz a veces no es necesaria.

El agua se presenta, me mira y yo la miro. Creo es lo más magnífico que han visto mis ojos.
Freud está sentado en un sillón dando vueltas.

Debo haberme vuelto loco, repudio las modernidades. Mi alma se quedó en el siglo pasado y mi cuerpo confundió ecosistemas. Me la paso tarareando canciones y soltando estribillos entre dientes.

Miro al Sol cada mañana, el frio toca mi espalda y mis ojos parecen estar cubiertos de arena.
Maldigo al Sol cada mañana, los bellos días parecen contradictorios. Borges ha cerrado las cortinas y yo no traté de detenerlo. Tengo los relojes de cabeza.

Debo haberme vuelto loco, pienso todo el día en política. Me exacerbo.
Sin darme cuenta estoy con Nietzsche tomando un café, sus superhombres me tienen nauseabundo. Siempre detesté el café, amargo, caliente… café.
Me fascinan los circos y payasos. Mis ojos se van para arriba cuando pienso en la Entrada de los gladiadores, aquella canción que ponen todos los circos.

He perdido el apetito, mi cerebro mastica más cada día.
Me hago llamar Bocanegra, y mi guitarra es la que llora. Deambulo por las calles con mis gafas todo el día como si estuviera perdido. Pero es eso: lo estoy.

Debo haberme vuelto loco, hoy siento ser, un muerto caminante.
La música encierra mis umbrales, los árboles parecen más pequeños cuando se les mira desde arriba. El humo es más denso ahora.

Hablo con los muñecos de mi alcoba, con el espejo. Conozco por primera vez mi cara cada día. Mis miradas me asustan. Y siento que me observan en todo lo que hago. Mis miradas los asustan.

No puedo conciliar el sueño, paso horas dando vueltas, pensando necedades, en políticas, en canciones, en poemas, en Da Vinci o Aristóteles, cual pudo haber sido más grande.

Debo haberme vuelto loco, no sé quien leerá esto, ni por qué lo escribo, ni mucho menos como continuarlo.

Atte. Bocanegra