De noche, muy de noche y a oscuras, en esos momentos donde trato otra vez de pensar en cosas felices y dormir, me suele ocurrir una especie de ilusión, donde al no ver nada, olvido todo y siento que estoy en mi cuarto, en el de mi casa; en mi cama, que el goteo que suena sale de mi baño.
Les juro que hasta llego a creérmelo. Pero de pronto, cuando trato de alcanzar mi velador, mi mano que descolgada, rechazada pobremente, pues no hay nada ahí. Es que es ese sabor amargo quebranta sueños, seguido del inevitable enfriamiento del pecho que me hace ver que sigo lejos de casa.
Recuerdo la primera noche en la nueva cama, al despertar y sentirme perdido, en otro lugar, pues uno está acostumbrado a despertar siempre donde siempre, pero no, esa primera vez da ganas de no despertar.
Cuanto extraño despertar con la húmeda nariz de mi perro en mi cara, y con esos rayos solares que se las ingenian para escapar por la cortina, por que hagan falta tan solo unos pasos para ver a mi familia, ya saben de cuarto en cuarto.
Y ahora, ahora mismo que escribo estas líneas, me siento allí, allí en Pimentel, escuchando a lo lejos la sonata de olas y silbatos, ese olor, indescriptible, a brisa pimenteleña, ese esperar por un próximo calmado día.
Ahora mismo que sueltos estos suspiros, siento el miedo enorme de arriesgarme a ver, si está o no mi velador.
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me encantó este, aunque ya te lo había dicho.
ResponderEliminarme gusta mucho ya que es profundo y indescriptible
ResponderEliminarMuchas gracias anonimo, estoy devuelta en mi blog despues de un timepo que deje e publicar cosas, espero publicar mas comentarios de tu agrado saludos
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